viernes, 25 de junio de 2010

LA ACTITUD DEL CREYENTE



LA ACTITUD DEL CREYENTE

Para ser musulmán, es decir, para someterse a Dios, es necesario creer en la unicidad absoluta de Dios. El es el único Creador, Sabio y todopoderoso, etc... Sin embargo, esta creencia llamada «Tawhid Al-Rububiyah» es insuficiente. Eran muchos los idólatras que sabían y creían que el único y supremo Dios podía ser todo esto, pero no era bastante para hacerlos musulmanes. A la expresión «Tawhid Al-Rububiyah», habría que añadir ésta que dice «Tawhid al uluhiya», es decir, que sólo Dios merece que le rindamos culto, y en consecuencia hay que abstenerse de venerar cualquier otra cosa y cualquier otro ser.

Una vez adquirido este conocimiento de la existencia de un solo Dios verdadero, el hombre debe mantener constantemente su confianza en El, debe evitar todo aquello que le arrastre a negar la verdad.

Desde el momento en que la fe entra en el corazón de una persona va a crear cambios en los estados de espíritu que tendrán como resultado ciertos actos. Si consideramos como un «todo» estos estados de espíritu y estos actos, ello va a constituir la prueba de la verdadera fe. El profeta dijo: «La fe es aquello que permanece arraigado en el corazón y que es confirmado por los actos.»

De hecho, estos estados del espíritu son un sentimiento de agradecimiento hacía Dios, considerado como la auténtica esencia de la «ibada» (culto).

El sentimiento de agradecimiento es tan importante que un no creyente es llamado «Kafir», lo que quiere decir «el que niega la verdad» y también «el que no está agradecido».

El creyente ama a Dios y le agradece todas las bondades que le ha prodigado. Sin embargo, cuando se es consciente del hecho de que las buenas acciones ya sean mentales o físicas están lejos de poderse comparar a los favores de Dios, el creyente siempre estará ansioso por saber si Dios le recompensará aquí en la tierra o en el más allá. Como consecuencia, se someterá a El y le servirá con toda humildad. No es posible mantenerse en tal actitud sin tener prácticamente siempre la idea de Dios presente en el espíritu. Esta misma idea constituye también la verdadera fuerza de la fe, sin la cual desaparecería y se desvanecería.

El Sagrado Corán intenta enfatizar este sentimiento de agradecimiento repitiendo con frecuencia los atributos divinos. La mayor parte de estos atributos aparecen en los versículos siguientes:

«Es Allah no hay más Dios que El. El Conocedor de lo oculto y de lo patente. Es el Compasivo, el Misericordioso. Es Allah no hay más Dios que El, el Rey, el Santo, la Paz. El es Quien testimonia con Su propia verdad, el Custodio, el Todopoderoso, el más Fuerte, el Supremo. ¡Gloria a Dios! Está por encima de lo que le asocian. Es Allah El Creador. El Hacedor, El Formador. Posee los nombres más bellos. Los que están en los cielos y en la tierra le glorifican. Es el Todopoderoso, el Sabio.» (Corán 59:22-24.)
«Allah No hay más Dios que El, el Viviente, el Subsistente. Ni la somnolencia ni el sueño se apoderan de El. Suyo es lo que hay en los cielos y en la tierra. ¿Quién podrá interceder ante El si no es con su permiso? Conoce su pasado y su futuro mientras que ellos no abarcan nada de Su ciencia, excepto lo que El quiere. Su trono se extiende sobre los cielos y sobre la tierra y su conservación no le resulta onerosa. El es el Altísimo, el Grandioso.» (Corán 2:255.)

«¡Oh gente de la Escritura! No fanaticéis en vuestra religión, no digáis de Dios más que la verdad. El Mesías Jesús, hijo de María, es únicamente el enviado de Dios, Su Palabra y Espíritu, que El comunicó a María. Creed pues en Dios y en Sus enviados. ¡No digáis "tres ''!Basta ya, será mejor para vosotros. Allah es Dios, Uno, ¡Gloria a El ! ¿Cómo iba a tener un hijo?» (Corán 4:171.

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