¡Oh creyentes! No os pongáis a vosotros mismos antes que Allah y Su Mensajero, y temed a Allah. Ciertamente Allah es el que todo lo oye, el que todo lo sabe. (Al-Hujurat 49:1)
viernes, 25 de junio de 2010
El matrimonio y el hogar
El propósito del matrimonio no es el placer, sino formar una familia, asegurar la permanencia y continuidad de la nación, salvar al individuo de los pensamientos y sentimientos dispersos y controlar los placeres físicos. Tal como es el caso de los otros temas que se relacionan con la naturaleza básica que Allah le ha dado a cada ser, el placer es un pago por adelantado, invitando y alentándonos hacia el matrimonio.
Uno no debe casarse por motivos de vestimenta, riquezas o belleza física; al contrario, debemos casarnos por la belleza espiritual, la honra, la moralidad, la virtud y el carácter.
Si una pareja llegara a casarse por razones injustificadas y no las que se suponen en un matrimonio adecuado, no sería de extrañar que pensaran en el divorcio en un momento dado. Lo importante no es escapar del fuego en el hogar con el menor daño posible, sino prevenir que este fuego se encienda desde un principio.
Algunos matrimonios que se basan en la lógica y el juicio se iniciaron al tomar refugio en Allah. Son tan sagrados que, de por vida, son como una escuela y sus “estudiantes” garantizan la permanencia y la continuación de la nación.
Cada unión que se hace en el nombre del matrimonio, pero sin pensarlo cuidadosamente, ha dejado atrás a esposas llorosas, a huérfanos y a aquellos que han herido el corazón familiar.
La fundación más sana para una nación es una familia en la cual fluye la felicidad material y espiritual, pues tal familia sirve como un colegio sagrado que cultiva estudiantes virtuosos. Si la nación puede hacer sus hogares tan iluminados y prósperos como sus escuelas y sus escuelas tan cálidas como sus hogares, ha hecho la más grandiosa reforma y ha garantizado la satisfacción y felicidad de generaciones futuras.
Las naciones se basan en los hogares y los individuos. Si los hogares están bien, la nación anda bien; si los hogares están mal, la nación también. ¡Si tan sólo los que quieren lo mejor para la nación primero trabajaran para reformar sus hogares!
La palabra hogar se usa según la gente que viva en él. Se les considera felices en la proporción en la que compartan valores humanos. Podemos decir que la gente vive humanamente con aquellos dentro de su hogar, un hogar se convierte en hogar por razón de sus habitantes.
Un hogar es una pequeña nación y una nación es un gran hogar. El que exitosamente maneja un hogar y que ha elevado a sus miembros a un nivel de humanidad puede manejar una organización grande con muy poco esfuerzo.
Una casa desordenada nos muestra que su gente es descuidada e infeliz. La suciedad, el desorden y la irregularidad de las casas, las tiendas y las calles, demuestran la falta de sensibilidad de las autoridades municipales.
Lo que es correcto nos gusta y lo valoramos aunque se desprecie; lo que es injusto es repugnante y disgusta, aunque obtenga la victoria.
Lo que es correcto es de carácter bello y el que tiene razón es dulce. Si el injusto se lavara con almizcle, aún quedaría impuro y repugnante.
El color y la forma pueden cambiar, pero la esencia no. El nombre y el titulo pueden cambiar, pero el carácter no. Tales cambios han engañado y continúan mintiendo a mucha gente.
Los que oprimen a los débiles son derrotados aunque sean victoriosos; los que actúan correctamente son victoriosos aunque hayan perdido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario